Pensaba que la seguridad de las dietas bajas en hidratos de carbono (HC) e, incluso cetogénicas, era un tema ya superado. Pero últimamente he comprobado en varias ocasiones que esto no es así. Me llegan mensajes de advertencias a mis pacientes, por parte de personal sanitario, sobre lo inconveniente de mis recomendaciones nutricionales.
En el post previo ya expliqué los beneficios de la dieta baja en HC en los pacientes diabéticos. Ahora quiero dejar bien clara la seguridad de este tipo de dietas.
Me dirijo, sobre todo, a mis pacientes. Me veo en la extraña situación de tener que justificar lo que hago y quiero que sepan que solo intento lo mejor para ellos. Encontrarán que el lenguaje se vuelve bastante técnico en algunos puntos, pero es que también quería aprovechar para dirigirme a cualquier sanitario interesado y a todos aquellos que intentan convencer a los pacientes que no deben probar una forma de alimentación como esta.
He intentado identificar todos los temores que pueden despertar este tipo de dietas y he encontrado los siguientes:
- La fama de dieta milagro que no es sostenible a largo plazo
- La malnutrición por restricción de alimentos
- El riesgo de cetoacidosis
- El riesgo de cólicos biliares
- El riesgo de cálculos renales
- La pérdida de masa muscular
- El riesgo de daño hepático
- El riesgo de daño renal
- La dislipemia y el riesgo cardiovascular
- La disminución de la longevidad
No sé cuál es el argumento en cada caso y, por lo tanto, presentaré los contraargumentos para todos ellos y terminaré con los verdaderos riesgos de la dieta. El riesgo de hipotensión, de deshidratación y de hipoglucemia por sobremedicación, que bien gestionados, son evidentes beneficios clínicos.
Acepto de buen agrado estar equivocado en mis conclusiones y muy dispuesto a cambiarla si alguien me convence con buenos argumentos.
Las dietas bajas en HC y cetogénicas son una dieta milagro más, que no se mantiene a largo plazo
Es cierto que mucha gente no va a mantener la dieta a largo plazo. Hay distintos motivos: insatisfacción, precio, dificultades para conciliarlo con lo cotidiano, dificultades para controlar los impulsos… Esta falta de adherencia explica por qué los beneficios de la dieta no se expresan en su totalidad en algunos estudios. Sin embargo, mi propia experiencia y la lectura de otras experiencias y casos, dejan bien claro que son muchas las ocasiones en las que el individuo encuentra muy satisfactoria y fácil de seguir la dieta. Incluso los que no la hacen de forma estricta, tienen la posibilidad de cambiar ciertos hábitos.
También hay que tener en cuenta que muchas de las personas a las que les recomendamos la dieta, han sido incapaces de adherirse a la dieta estándar que se les administra en los ambulatorios. ¿Será también ésta una dieta milagro?
Os sugiero que leáis este estudio. Es una buena muestra de cómo la dieta puede mantenerse indefinidamente junto a sus beneficios y de cómo los resultados a largo plazo dependen de la adherencia.
Se corre el riesgo de malnutrición por limitar en gran medida la ingesta de frutas y verduras con sus vitaminas, minerales y fibra
Sin entrar en la discusión del verdadero aporte nutricional de los distintos tipos de fibra, no es cierto que una dieta cetogénica limite en gran medida la ingesta de verduras, y es compatible con una ingesta moderada de determinados tipos de fruta. ¿En cualquier caso, alguien puede decirme si echa de menos algún nutriente en esta lista de alimentos?
Lechuga, acelgas, espinacas, cardo, puerros, cebolla, zanahoria cruda, coliflor, brócoli, calabacín, calabaza, pepino, tomate, pimiento, aceitunas, aguacate, carne de vaca, cerdo, ciervo, potro, conejo, pollo, hígado, paté, pescados blancos, azules, marisco, huevos, quesos, nueces, avellanas, almendras, nueces de macadamia, piñones, chocolate negro, café, té, caldos, mantequilla, aceite de oliva.
Lo imaginaba. Yo tampoco.
Por otro lado, el hidrato de carbono de la dieta tiene una función únicamente energética. Mientras no haya malnutrición calórica y, teniendo en cuenta que no existe el hidrato de carbono esencial, la inclusión de tubérculos, harinas, azúcares… independientemente de la fuente de la que procedan (sí, incluso cuando vienen de las galletas María de toda la vida), hacen disminuir la densidad nutricional por calorías ingeridas y, por lo tanto, las posibilidades de que una dieta no supervisada incurra en algún tipo de déficit nutricional. No digo nada, si además, se limitan las calorías o las cantidades.
La cetosis es peligrosa porque acidifica la sangre y hay riesgo de cetoacidosis
Suponer que la capacidad de una dieta, que puede ser normal en determinadas civilizaciones actuales o pasadas, tiene una capacidad sobre el pH mayor que la de nuestro sistema buffer, es mucho suponer. En este reciente estudio con deportistas de élite se comprueba cómo una dieta cetogénica de 21 días no produce ninguna alteración en el equilibrio ácido-base (pH, lactato y bicarbonato). O en este otro estudio con 20 pacientes obesos, en los que se consigue una pérdida media de peso de 20 Kg en 4 meses y en los que tanto el pH, como el bicarbonato y el anion gap se mantuvieron en el rango normal durante todo el estudio.
Por lo demás, no creo que a estas alturas exista mucho debate sobre la diferencia entre cetosis y cetoacidosis. Pero tengo un ejemplo que ilustra perfectamente esta diferencia.
En el shock cardiogénico la acidosis láctica se produce porque el corazón no es capaz de aportar suficiente oxígeno para que los requerimientos energéticos se satisfagan de forma aeróbica. Esta es una situación sin escapatoria y patológica. O mejora el corazón o la acidosis progresa. En la acidosis láctica que se produce con esfuerzos intensos, la propia fatiga se impone como mecanismo de protección para limitar la profundidad de ese estado metabólico. A diferencia del shock cardiogénico, esta es una respuesta fisiológica con capacidad de autorregulación.
De la misma manera, la cetosis es una respuesta fisiológica ante determinados estímulos como la restricción de HC o el ayuno y la cetoacidosis es un estado metabólico patológico que se produce en situaciones de déficit de insulina y, últimamente, en relación al uso de iSGLTs (un tipo de medicamento antidiabético). Los niveles de cuerpos cetónicos que se alcanzan con la dieta cetogénica pueden ser de hasta 3 mmol/L. Con ayunos de 1 semana, hasta 7 mmol/L. Estas cifras están lejos de los >15-25 que se observan en la cetoacidosis. Pero además, en una situación normal, la propia elevación de cuerpos cetónicos estimula la insulina como mecanismo de autorregulación para evitar la cetoacidosis. Así que tranquilidad.
Creo que por ahora es suficiente. No quiero aburrir a nadie. En la próxima entrada resolveremos las dudas sobre el riesgo de cólicos biliares, cálculos renales, la proteolisis muscular y el riesgo de daño hepático y, en una tercera y última entrada hablaremos del riesgo de daño renal, el riesgo cardiovascular y la longevidad.
Enlace al resto de las entradas de la serie:
- Beneficios.
- Seguridad (2ª parte): Cálculos renales, cólicos biliares, daño hepático y proteolisis muscular.
- Seguridad (3ª parte): Daño renal, riesgo cardiovascular, mortalidad y otros riesgos.
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