Recordáis como sincronizábamos cuidadosamente nuestros relojes hasta hace no muchos años? Ahora, gracias a los avances del mundo moderno, ya no tenemos que volver a hacerlo.
Por otro lado, la prevalencia de obesidad y diabetes aumenta imparable en el mundo. Será la genética? El tipo de alimentación? El sedentarismo? Una nebulosa de posibles explicaciones que no terminan de ser satisfactorias.
Un reloj corporal central ubicado en el núcleo supraquiasmático y relojes periféricos, presentes en la mayoría de las células del organismo, regulan la expresión de genes, hormonas, la temperatura corporal, el patrón de ingestas y el metabolismo energético y los ciclos de sueño y vigilia.
El sistema circadiano es el regulador principal de la mayoría de los aspectos de la salud humana y del metabolismo y se ha refinado durante miles de millones de años para desarrollar su función a la perfección: mantenernos adaptados a nuestro entorno inmediato.
La luz, la temperatura y la ingesta son reguladores externos naturales de este sistema. De repente, en un pestañeo de pocas décadas, las condiciones del mundo moderno cambian la relación que hemos mantenido durante tanto tiempo con estos reguladores fisiológicos.
- Prolongamos los días con el uso extensivo de luz artificial.
- Nos exponemos mucho menos a la luz natural.
- Los horarios son los mismos en invierno y en verano y distintos los fines de semana.
- Tenemos un acceso ilimitado a alimentos de fuera de temporada y un patrón de alimentación con constantes ingestas.
- Controlamos la temperatura ambiental. Las condiciones del invierno y el verano cada vez son menos diferentes.
- Aumentan el trabajo por turnos y la presión y estrés social y laboral.
- Nos desplazamos con asombrosa facilidad a lugares de distintas zonas horarias y con distintos hábitos alimenticios.
Estos son algunos componentes de un mundo disruptivo con mucho potencial para alterar nuestros ritmos y, por ende, nuestro metabolismo y nuestra salud.
La concurrencia de esto y de la epidemia mundial de obesidad, diabetes (DM2) y enfermedad cardiovascular (ECV), han dado lugar a la teoría de la disrupción cronobiológica o circadiana como responsable del aumento de estas enfermedades.
Está teoría es la que se desarrolla en un artículo muy bonito, publicado hace un mes en Journal of Internal Medicine:
The Circadian Syndrome: is the Metabolic Syndrome and much more!
El síndrome circadiano: es el síndrome metabólico (SM) y mucho más.
Además de revisar la literatura que respalda esta idea, hace una propuesta muy atrevida acuñando un nuevo concepto o ente clínico: El síndrome circadiano.
Os resumo/traduzco las ideas principales:
El SM sólo se refiere a la concurrencia de una serie de componentes que se han visto asociados con un aumento en el riesgo cardiovascular (RCV).
- Obesidad abdominal.
- Dislipemia aterogénica (niveles bajos de HDLc y elevados de TG).
- Hipertensión arterial (HTA).
- Diabetes/prediabetes.
El SM es, por lo tanto, una entidad puramente descriptiva a la que se sabe que subyacen el hiperinsulinismo, la resistencia a la insulina y una obesidad central proinflamatoria, pero para la que no existe una explicación etiopatogénica satisfactoria ni se conoce el componente principal.
Los ritmos circadianos anormales se han relacionado con todos los componentes clásicos del SM y con otras comorbilidades que también son habituales en él.
Los ritmos circadianos y los relojes periféricos en los adipocitos influyen en el desarrollo de la obesidad abdominal.
La tolerancia a la glucosa tienen un comportamiento circadiano. Las glucemias son más altas por la tarde y la tolerancia a la glucosa es menor al final del día. El núcleo supraquiasmático tiene un papel fundamental regulando la ingesta, la producción hepática de glucosa y la tolerancia de los tejidos por la misma.
De la misma manera, los relojes circadianos también tienen un papel importante en la homeostasis lipídica.
Están ampliamente descritas las oscilaciones circadianas de la presión arterial (PA), la frecuencia cardíaca (FC), la incidencia de arritmias y el inicio de los infartos y la muerte súbita.
Las alteraciones en el comportamiento circadiano de la PA también se asocian a lesión de órgano diana y a ECV. El patrón circadiano non-dipper implica un mayor RCV que la HTA en la consulta, y está asociado al SM, la DM2 y la obesidad. El principal denominador común parece ser la apnea del sueño. Una de las comorbilidades habituales del SM y la obesidad.
Los genes reloj influyen en la fisiología y la fisiopatología cardiacas a través de los componentes del SM y de efectos directos sobre el miocardio y a través de relojes periféricos y centrales que afectan a la conducta y al ambiente neurohumoral.
El hígado graso no alcohólico (HGNA), la enfermedad hepática más frecuente del mundo occidental, está fuertemente asociada al SM. La acumulación hepática de TG, la inflamación, el estrés oxidativo y la disfunción mitocondrial, regulados también por relojes corporales, contribuyen a la patogénesis del HGNA.
Casi todos los pacientes con trastornos afectivos tienen disrupciones significativas de los ritmos circadianos. No sorprende, por lo tanto, la fuerte asociación entre la depresión y la DM2. Pensad en terapias como la fototerapia y la terapia del sueño, que tienen como diana los relojes corporales.
El riesgo de obesidad, DM2 y SM está aumentado en los individuos con deprivación crónica de sueño y en trabajadores a turnos. Estas situaciones producen desajustes de los ciclos de luz-oscuridad, sueño-vigilia y ayuno-ingesta que alteran el equilibrio circadiano e influyen en el metabolismo de la glucosa, lípidos, PA, etc, favoreciendo el desarrollo de DM2 y ECV.
En la deprivación del sueño y en la disrupción circadiana se han descrito cambios epigenéticos propios de la obesidad y la DM2. Estos hallazgos ayudan a comprender como estas alteraciones podrían contribuir a la obesidad.
La asociación entre la alteración de los relojes corporales y cada uno de los componentes clásicos del SM y las mencionadas comorbilidades parece más que una simple coincidencia.
De ahí la idea del síndrome circadiano. Sus fortalezas:
- Una etiología firme y evidente.
- Un constructo fisiopatológico más lógico que explica la concurrencia, no solo de los componentes clásicos del SM (obesidad, DM2, dislipemia aterogénica y HTA), sino también del resto de las comorbilidades típicamente asociadas a él: la ECV, el envejecimiento, la apnea del sueño, la depresión y el HGNA.
- Integra los mecanismos epigenéticos que se han visto implicados en el desarrollo del SM.
- Reconocer la asociación entre los disruptores cronobiológicos y las enfermedades no transmisibles aporta una plataforma clínica donde poder desarrollar nuevas estrategias de prevención: periodizando la exposición a la luz, el ejercicio, las ingestas y el sueño y adaptando la posología de los fármacos a los ritmos circadianos.
Una teoría muy bonita e interesante que acumula cada vez más evidencia.
Recordáis como sincronizábamos cuidadosamente nuestros relojes hasta hace no muchos años? Porque ahora, gracias a los avances del mundo moderno, vamos a tener que volver a hacerlo!!! Que macabra paradoja!
[…] más conscientes de la importancia del estrés (sea lo que sea el estrés), la falta de sueño, la alteración de los ritmos biológicos y la escasa exposición a la luz solar. Además, algunos fármacos como los corticoides, algunos […]